“Pues yo había pensado en un edificio con ladrillos rojos, con unos salientes ¿color crema? ¡Ah! Ventanas grandes, enormes y vistosas. Quiero que las habitaciones tengan mucha luz. También quiero que tenga dos plantas… ¿o mejor cuatro? Bueno, puestos a alzar un edificio, ¡qué más da! Y… ¡tejado de pizarra! Este año se lleva mucho, sería ideal para mi casa. ¿Cómo lo ves?”

“Muy bien, pero no corras tanto. Primero tenemos que analizar el terreno: no es lo mismo que sea arenoso, calizo o granítico. Y, por supuesto, construir los cimientos. No tiene nada que ver un edificio de dos plantas con uno de cuatro, así que debemos saber el peso que van a soportar los cimientos y la utilidad que le vas a dar a cada una de ellas. Realmente, ¿necesitas cuatro plantas? Todos estos aspectos invisibles, inapreciables a simple vista, marcan la diferencia entre un edificio sólido y otro que puede desmoronarse en cualquier momento.”

Para pintar una fachada, añadir ventanas o elegir el tejado siempre estamos a tiempo. Sin embargo, para cambiar la estética del edificio es fundamental tener la seguridad de que los cimientos van a soportar su estructura. Si equiparamos la construcción de un edificio a la de un sitio web, observamos que la metodología de trabajo es similar. ¿Te imaginas un site con 300 artículos que no estén organizados bajo ningún tipo de criterio lógico de clasificación?  Por muy útil, interesante y atractiva que sea la información,  no podrá ser transmitida de forma eficiente. Si fuese un edificio, sin duda se desmoronaría en un par de semanas. Para evitar el caos en Internet y dotar de orden, lógica y efectividad comunicativa a los sitios web existe una disciplina llamada arquitectura de la información, que se encarga del análisis, organización y presentación del contenido para que pueda ser fácilmente asimilado por los usuarios. Su objetivo es simplificar y facilitar la experiencia de las personas que acceden a una página web, así como evitar que los usuarios abandonen el sitio para ir a buscar la información a otra página. Cuando un internauta no encuentra lo que busca, supone que esa información no está disponible ahí y se marcha a otra página.

En definitiva, diseñar un plan en arquitectura de la información puede equipararse a la elaboración de un plano en arquitectura tradicional, el elemento a partir del cual los desarrolladores levantan el site con el objetivo de garantizar la usabilidad del sitio.

¿Cómo organizo la información de una página web?

Antes de trabajar en la arquitectura de la información de un sitio web es imprescindible haber determinado su objetivo y el target al cual va a dirigirse. No elaboraremos la misma estructura para una tienda online cuya finalidad es vender productos o servicios que para un site de un grupo de música. Asimismo, debemos tener en cuenta nuestro target, ya que sus pautas de comportamiento van a determinar la estructura del sitio. Hecho esto, una buena manera de continuar es analizando y planificando los contenidos. Para ello, recopilamos todos los documentos que queremos publicar, incluso aquéllos que todavía no existen pero tenemos claro que añadiremos en el futuro. A continuación, llevamos a cabo una agrupación de los contenidos en función de sus características comunes, con el objetivo de determinar secciones y categorías. Si construimos un sitio web desde cero, la técnica del Card Sorting puede ayudarnos completar esta agrupación. Consiste en escribir los títulos de todos los contenidos en tarjetas para que varios usuarios tipo las organicen de la manera en la que ellos las consumirían. De esta manera, podremos extraer conclusiones acerca de cómo acceden las personas a la información y generar una jerarquización y clasificación adecuadas del contenido, que se organizará en secciones, categorías, páginas…. Existen tres fórmulas básicas para organizar el contenido:

Lineal. Cada página nos conduce hacia la siguiente a través de un enlace. Es la forma más sencilla de organizar la información.

Jerárquica. A partir de la página principal se enlazan secciones y menús que llevan de la información general a los apartados más específicos. La página más importante de la web es la home, seguida por las páginas cabeceras de cada sección. Es la fórmula más utilizada, ya que permite organizar mucha información y muy compleja de forma que los usuarios pueden comprenderla fácilmente.

En red. Es el tipo de estructura más flexible a la hora de organizar la información de un sitio web y favorece la navegación libre por parte de   cada usuario, pero también puede generar confusión y desorden si no está bien pensada y realizada. Se parece mucho a la forma real de navegar de los internautas, ya que está pensada para que cualquier página de un site sirva de entrada a un usuario y a partir de ella pueda llegar a cualquier otra sección o menú.

Para estructurar nuestra web, podemos elegir alguna de las fórmulas mencionadas o bien combinarlas de la manera que consideremos más adecuada para la usabilidad del site. En cualquier caso, no existe la fórmula mágica: tras implementar una estructura, tendremos que analizar si es usable e implementar los cambios pertinentes si es necesario.

Además de la información de valor que compartimos con los internautas, la arquitectura de la información también contempla las indicaciones que les vamos a proporcionar para que puedan orientarse (copys), las técnicas de búsqueda y la navegación.

Una vez establecida la estructura inicial de un site, podremos seguir con los aspectos de diseño, la forma de presentar los elementos de la página y su lugar de colocación, que determinarán su usabilidad final.